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Dejar de fumar con una jaula en la cabeza: la insólita estrategia de un hombre tras perder a su padre por el tabaco.

En un intento extremo por vencer la adicción al cigarrillo, el turco Ibrahim Yücel, entonces de 42 años, decidió en 2013 construir una jaula de cobre para su cabeza que le impidiera físicamente llevarse un cigarrillo a la boca. La medida, inspirada en los cascos de motocicleta, se ha vuelto viral nuevamente en redes sociales por su originalidad y dramatismo.

Yücel, técnico de una institución pública en la provincia de Kütahya (Turquía), fumaba dos paquetes diarios desde hacía 26 años. A pesar de múltiples intentos —promesas en cumpleaños, tratamientos tradicionales—, todos fracasaron: "No pude controlar mi fuerza de voluntad. Mi ego me había dominado", confesó en su momento.

La decisión definitiva llegó tras recordar que su padre murió de cáncer de pulmón por culpa del tabaco: "Tenía que dejar de fumar a toda costa", afirmó.

Una prisión autoimpuesta

Con 40 metros de alambre de cobre, el hombre diseñó un armazón similar a una jaula de pájaros, pero funcional: le permitía beber agua con una pajilla y comer pequeños trozos de galleta, pero el espacio entre los alambres era demasiado estrecho como para introducir un cigarrillo.

Para evitar quitárselo en un momento de debilidad, cerró el dispositivo con dos candados. Una llave se la entregó a su esposa, Kevser, y la otra a su hija Ayşenur, de 14 años en ese momento. Él no tenía acceso a ninguna.

Aunque al principio su familia sintió vergüenza, pronto comprendieron la seriedad del acto: "Nos pareció extraño, pero luego nos acostumbramos. Espero que logre dejar de fumar", dijo su hija.

Un gesto simbólico y desesperado

Yücel usó la jaula todos los días, incluso en público, enfrentando miradas curiosas y comentarios. Para él, no era solo una barrera física, sino un símbolo de autodisciplina: "Decidí aprisionar mi ego e inhibir mi voluntad, porque ya no confiaba en mí mismo".

Si bien se sabe que resistió los primeros días sin fumar, no hay información confirmada sobre si logró abandonar el hábito a largo plazo. Sin embargo, su historia trascendió como un testimonio extremo de la lucha contra la adicción.

La OMS recuerda que el tabaco causa más de 8 millones de muertes al año en el mundo. Casos como el de Yücel, aunque singulares, reflejan la desesperación de muchos fumadores y la necesidad de soluciones efectivas, accesibles y humanas para superar esta adicción.