CADENA INVESTIGA
Acoso, amenazas y delirio: un exempleado aterroriza a una familia en La Barra
Un cartel escrito a mano apareció un día en la puerta de la casa de la familia víctima en zona de La Barra. Colgaba de él un bóxer usado y, junto a eso, dos prendas interiores robadas desde el interior de la casa a las hijas menores de la familia. El mensaje insultaba al padre, pero lo más perturbador era la puesta en escena: la ropa interior robada de las niñas exhibida junto a la del agresor, como una marca de territorio.
“Ahí se me heló la sangre. Ver la ropa interior de mis hijas mezclada con la ropa interior de él fue el límite. Ese día entendí que ya no era solo un loco drogado: era un peligro real, alguien capaz de ir más lejos”, contó Diego —nombre ficticio para resguardar su identidad—.
Ese episodio, que él mismo define como el punto de no retorno, es parte de una historia que comenzó con un acto de ayuda y terminó en un calvario judicial y personal.
Hace más de dos años, Diego contrató al hombre para hacer changas. Lo veía desorientado, pero con ganas de trabajar, y hasta decidió formalizar la relación: “Le hice sacar una empresita con mi contador. Me daba una boleta y yo quedaba tranquilo de que estaba cubierto en BPS. También pensaba en sus hijos, porque tenía dos”.
Al principio todo parecía funcionar, pero pronto aparecieron los pedidos extraños. Pedía teléfonos que desaparecían a los pocos días, botas que nunca más usaba, dinero que no alcanzaba para nada. “Yo estaba distraído, no me daba cuenta de que todo lo que le daba desaparecía enseguida”, recuerda.
El verano de 2023 marcó un cambio. El hombre desapareció varios meses y, un día vuelve y al regresar, llegó con un discurso delirante: “Se sentó y me dijo: ‘ustedes me hablan’. Y me aseguró: ‘ustedes me dicen que a mi hija la viola el marido de su abuela’”. Fue entonces que Diego entendió que el consumo de pasta base había derivado en delirios. Intentó ayudarlo, ofreciéndose a llevarlo a la Fundación Manantiales. Pero el hombre se ofendió, salió enfurecido y empezó una relación de hostigamiento que no se detendría.
Las señales se multiplicaron. Canastas con frutas podridas en la puerta, carteles con insultos, irrupciones inesperadas en la casa y, finalmente, el robo de la ropa interior de las niñas. Paralelamente, comenzaron los mensajes a la esposa de Diego: “Le escribía ‘Amorcito, te amo’ y al rato ‘hijos de puta, los voy a matar’. Era ida y vuelta constante, amor-odio”.
El acoso se extendió a las redes sociales, donde publicó insultos usando los nombres de las niñas, y luego a mensajes aún más perturbadores: fotos obscenas de sí mismo con frases dirigidas a la madre y a las hijas. “Cuando mandó eso con mis hijas ya no había margen. Ahí dije: acá lo mato o lo meto preso”.
Incluso hubo confrontaciones físicas. Una tarde, el hombre se plantó frente al auto de la familia cuando Diego intentaba salir con sus hijas. “Se me paró adelante, con los perros y una cara de loco tremenda. Yo con las nenas adentro del auto. Tuve que dar marcha atrás y volver a casa. Fue desesperante”.
Durante meses, las denuncias en la seccional 12 de La Barra no tuvieron efecto. La instrucción fue siempre la misma: bloquearlo. “Y al bloquearlo perdimos meses de evidencia. Todo lo que mandaba quedaba en la nada”, relató.
Finalmente, con un abogado de por medio, lograron presentar pruebas sólidas en Fiscalía: mensajes, fotos, carteles, publicaciones. En diciembre de 2024 se dictó una prohibición de acercamiento, aunque el acusado la incumplió en varias ocasiones. Nuevos carteles, mensajes desde distintos números y apariciones en la puerta siguieron ocurriendo.
El caso está ahora en la Fiscalía de 4º Turno de Maldonado, que lo investiga por violencia doméstica, acoso, amenazas y producción de material sexualizado con referencia a menores.
La medida de prohibición de acercamiento se mantiene, pero hasta ahora no se ha dispuesto la detención preventiva. La defensa de la víctima insiste en que se tomen medidas más severas antes de que ocurra una tragedia.
Diego lo resume con resignación: “Yo pensé que lo estaba ayudando. Ahora vivimos con miedo. Y lo único que espero es que la Justicia actúe antes de que pase una desgracia”.
De acuerdo a lo que pudo constatar el equipo periodístico de Cadena del Mar, el acosador continúa acercándose por los fondos de la vivienda y continúa pintando columnas y contenedores además de hacer alusiones directas al nombre de la esposa de Diego en sus propias redes sociales.
Este hombre además, sacó fotos de las niñas, sobre las cuales después se fotografía mostrando su desnudez y enviando a esta familia, tanto al teléfono móvil de Diego, como el de su esposa, una mujer extranjera, quien también está aterrada por toda esta situación sin que nadie ponga freno a dos años continuos de acoso y hostigamiento de todo tipo vivido por esta familia de la zona de La Barra.