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El origen de la risa según la ciencia: un reflejo innato que une a humanos y animales.

La risa, un fenómeno universal que conecta a personas incluso sin conocerse, tiene raíces biológicas y evolutivas que trascienden la especie humana, según revela un artículo de Marta Calderón García publicado en The Conversation.

La risa no es exclusiva de los humanos. Estudios muestran que bebés sonríen al primer mes y ríen a los tres meses, incluso antes de entender dinámicas sociales, mientras que personas sordociegas lo hacen espontáneamente, confirmando su carácter innato. Sorprendentemente, animales como vacas, loros, perros, delfines y simios emiten sonidos similares al jugar o recibir cosquillas.

Las carcajadas de los simios al jugar podrían ser el origen evolutivo de nuestra risa”, sugiere Calderón, apuntando a un vínculo evolutivo de hace dos millones de años con el Homo ergaster, promoviendo cohesión grupal sin necesidad de lenguaje.

La gelotología identifica tres elementos esenciales para el humor: una violación inesperada pero inofensiva de expectativas, procesada simultáneamente.

Por ejemplo, “si alguien tropieza con una cáscara de plátano y se levanta riendo, nuestro cerebro registra la sorpresa y, al ver que no hay riesgo, libera tensión con una carcajada”, explica la autora. Sin embargo, el humor varía según culturas, contextos y experiencias personales, afectando su universalidad.

El humor activa múltiples regiones cerebrales: la corteza prefrontal dorsolateral detecta incongruencias, la unión temporo-occipital evalúa su inofensividad, y el circuito de recompensa libera dopamina.

La risa emocional, innata, involucra el núcleo accumbens y la amígdala, mientras que la risa voluntaria, social, depende de áreas de control consciente. Jóvenes muestran mayor activación emocional, mientras adultos prefieren humor complejo por su memoria autobiográfica.

La risa activa el sistema opioide endógeno, liberando dopamina y serotonina, reduciendo estrés y mejorando el sueño. “La risoterapia ayuda a aliviar la depresión, la ansiedad y aumentar la tolerancia al dolor”, destaca Calderón.

En hospitales, payasos han reducido ansiedad en niños durante procedimientos médicos, subrayando su impacto positivo en la salud.

En conclusión, la risa no solo une socialmente, como dijo Víctor Borge, “es la distancia más corta entre dos personas”, sino que también transforma nuestra biología y bienestar, siendo tan vital como el ejercicio o la dieta.