INSÓLITO

El hombre que se inyectó veneno de serpiente: ¿Un avance para la ciencia o un riesgo ético?

Tim Fried, un aficionado a las serpientes, introdujo en su cuerpo veneno ofídico durante 20 años para desarrollar inmunidad, inspirando un estudio que explora si sus anticuerpos pueden salvar vidas, aunque su método genera controversia en la comunidad científica.

Tim Fried, un mecánico de camiones apasionado por las serpientes, ha llevado su afición a un extremo inusual: durante dos décadas se inyectó pequeñas dosis de veneno de especies letales como cobras y mambas.

Su experimento, nacido de la curiosidad y el deseo de inmunizarse, ha captado la atención de científicos que investigan si sus anticuerpos pueden ayudar a crear antídotos contra mordeduras de serpientes.

Fried comenzó coleccionando serpientes venenosas en su adolescencia, pero en lugar de depender de antídotos tradicionales, decidió entrenar su sistema inmunitario con inyecciones controladas de veneno, similar a cómo se inmuniza a animales para producir antivenenos.

A lo largo de 20 años, administró unas 850 dosis, enfrentándose a un grave incidente cuando una mordedura de cobra lo dejó en coma por cuatro días.

En 2016, su historia llegó a Jacob Glanville, inmunólogo de Distributed Bio, quien vio en Fried una oportunidad para estudiar anticuerpos humanos contra toxinas de serpientes.

Un estudio reciente, publicado en la revista Cell, demostró que la sangre de Fried protegió a ratones contra neurotoxinas de 19 especies de serpientes, sugiriendo un potencial para desarrollar nuevos antídotos más efectivos.

Sin embargo, el método de Fried no está exento de críticas. Expertos advierten que su autoexperimentación es peligrosa y cuestionan su validez ética y científica, argumentando que los resultados en ratones no garantizan aplicaciones humanas. Además, extrapolar los hallazgos de un caso aislado a una solución general es arriesgado.

Más allá de los antídotos, el estudio de venenos de serpientes abre puertas a la medicina.

Toxinas como las de la jararaca han inspirado medicamentos para la hipertensión, y otras, como las del monstruo de Gila, han dado lugar a tratamientos para la diabetes.

El experimento de Fried, aunque controvertido, podría contribuir a futuros avances farmacológicos, siempre que la ciencia logre superar las sombras éticas de su arriesgada hazaña.