¿SELECCIÓN NATURAL?

"Bebés vikingos": por qué el esperma danés es el más cotizado en el mercado mundial.

Cada año, miles de familias en todo el mundo se forman gracias a la donación de esperma. Y en este negocio global, un país ha logrado posicionarse como líder indiscutido: Dinamarca. Sus bancos de esperma, especialmente Cryos International, fundado en 1987 por Ole Schou, exportan millones de dosis anuales a más de 60 países, ganándose el apodo de "esperma vikingo" y generando lo que algunos llaman una "diaspora genética".

¿Por qué Dinamarca?

La reputación del esperma danés no es solo un mito. Es producto de una combinación de cultura abierta, regulación flexible y rasgos genéticos muy demandados.

"En Dinamarca, hablar de fertilidad no tiene tabúes. La gente ve la donación como un acto altruista, al igual que donar sangre", explica Ole Schou, fundador de Cryos International, uno de los mayores bancos de esperma del mundo.

Además, los donantes daneses suelen coincidir con un perfil altamente solicitado internacionalmente: rubios, ojos azules, altos, sanos y con alto nivel educativo. Aunque Schou aclara que los genes de ojos claros y cabello rubio son recesivos —por lo que no siempre se manifiestan—, la percepción de "pureza nórdica" sigue siendo un fuerte imán comercial.

Un solo donante, cientos de hijos

El sistema permite que un mismo donante engendre un número sorprendente de niños. Recientemente, un caso investigado reveló que un hombre cuyo esperma portaba una mutación genética vinculada al cáncer tuvo al menos 197 hijos en 14 países distintos. Su esperma fue distribuido a 67 clínicas de fertilidad sin que hubiera un registro unificado que controlara el alcance.

Esto ocurre porque:

Cada país tiene sus propias normas (por ejemplo, máximo 25 hijos por donante en Reino Unido).

No existe una base de datos europea o mundial que rastree dónde se usa cada muestra.

Mientras se respete la ley local, el mismo donante puede usarse en Italia, España, Bélgica y Países Bajos… multiplicando su huella genética.

"Muchos receptores y donantes desconocen que un solo hombre puede tener cientos de hijos en todo el planeta. Eso debería explicarse mejor", afirma Sarah Norcross, directora de Progress Educational Trust.

La industria del esperma: entre necesidad y negocio

La demanda crece año tras año. Se estima que el mercado europeo de donación de esperma superará los USD 2.700 millones para 2033. Las principales clientas son mujeres solteras, parejas lesbianas y personas infértiles que ven en esta tecnología la posibilidad de ser madres.

Pero solo menos del 5% de los hombres que intentan donar son aceptados. Los requisitos son estrictos: buen recuento espermático, movilidad adecuada, morfología normal, ausencia de enfermedades genéticas o infecciosas, y edad entre 18 y 45 años.

Aun así, la biología favorece la escala: una sola eyaculación contiene decenas de millones de espermatozoides, suficientes para producir cientos de dosis congeladas.

El dilema ético: ¿hasta dónde debe llegar el mercado?

Frente a estos casos extremos, voces como la del viceprimer ministro belga Frank Vandenbroucke han advertido: "La industria de la fertilidad es como el salvaje oeste". Ha pedido a la Comisión Europea la creación de un registro europeo de donantes para evitar que medio hermanos desconocidos terminen entablando relaciones íntimas.

La Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología sugiere un límite de 50 familias por donante en toda la UE, lo que permitiría hasta 100+ hijos si las familias tienen más de un bebé.

Pero también hay riesgos emocionales: algunos niños concebidos por donación podrían sentirse angustiados al descubrir que tienen cientos de hermanos genéticos. Y muchos donantes, que creían ayudar a unas pocas familias, desconocen el alcance real de su legado.

¿Qué futuro para la donación de esperma?

Mientras tanto, Dinamarca mantiene su hegemonía. Pero expertos como el doctor John Appleby, de la Universidad de Lancaster, advierten: "Es un campo minado ético: identidad, privacidad, consentimiento; la industria tiene la responsabilidad de regular esto antes de que sea demasiado tarde".

Hoy, con pruebas de ADN y redes sociales, es solo cuestión de tiempo que los "bebés vikingos" del mundo empiecen a encontrarse entre sí.