VIOLENCIA EN EL DEPORTE
Partido Universidad de Chile e Independiente de Argentina: Incidentes escalan a nivel diplomático.
El Presidente de Chile, Boric, envió a su Ministro del Interior a Buenos Aires. Manifestó: "Es inaceptable el linchamiento de chilenos”. Las imágenes revelan caos, desnudos obligados y más barbarie en el deporte.
El encuentro entre Independiente de Avellaneda (Argentina) y Universidad de Chile, disputado el pasado miércoles 20 de agosto, continúa con repercusiones.
Allí, se debía definir el pase a cuartos de final de la Copa Sudamericana. Sin embargo, el fútbol quedó en segundo plano cuando, a los tres minutos del segundo tiempo y con el marcador 1-1 -resultado que favorecía a los chilenos por 2-1 en el global-, una ola de violencia en las tribunas obligó a al árbitro uruguayo a suspender el partido.
Según reportes oficiales, los incidentes comenzaron con el lanzamiento de objetos desde el sector visitante hacia la hinchada local.
De inmediato, barras de Independiente irrumpieron en la tribuna de la U, generando una batalla campal con golpes, lanzamiento de butacas, bengalas y escenas de pánico entre familias y niños.
La violencia incluyó caídas desde la altura y enfrentamientos cuerpo a cuerpo que dejaron un saldo estremecedor.
El juez uruguayo Gustavo Tejera, decidió suspender el partido al constatar que no existían garantías de seguridad.
Las consecuencias fueron graves:
19 heridos de consideración y 111 detenidos, aunque algunos medios de comunicación extranjeros elevaron esa cifra a más de 300.
Entre los casos más delicados se encuentra Gonzalo Alfaro, hincha chileno de 33 años, que cayó desde una tribuna y permanece en estado crítico en el Hospital Fiorito de Avellaneda (Buenos Aires).
La CONMEBOL reaccionó con sanciones inmediatas: expulsó a Independiente y Universidad de Chile de las competiciones continentales de 2026 y 2027, clausuró el estadio Libertadores de América para torneos internacionales y determinó que Alianza Lima (Perú) avance directamente a semifinales.
La decisión generó polémica, pero fue justificada por el organismo como una medida ejemplificadora frente a la magnitud de lo ocurrido.
Las repercusiones trascendieron el ámbito deportivo:
El presidente de Chile, Gabriel Boric, calificó lo sucedido como “una evidente irresponsabilidad” y dispuso asistencia consular y médica para los ciudadanos chilenos afectados, además de subrayar la necesidad de respuestas coordinadas entre gobiernos y organismos deportivos.
Desde Argentina, autoridades provinciales y nacionales reconocieron las fallas en el operativo de seguridad y aseguraron que la Justicia investigará las responsabilidades penales.
El presidente de la ANFP, Pablo Milad, respaldó a Universidad de Chile y cuestionó la organización, mientras dirigentes argentinos coincidieron en que la CONMEBOL debe profundizar las medidas de seguridad en la región.
En la prensa internacional, el episodio ya fue bautizado como el “Desastre de Avellaneda”, símbolo de una crisis de violencia que excede al fútbol.
Lo que debía ser una fiesta deportiva terminó en tragedia: un partido inconcluso, heridos graves, sanciones históricas y la certeza de que la violencia sigue siendo una amenaza estructural para nuestro fútbol.