Milagro en un hospital
El corazón que eligió quedarse.
El drama de una despedida dio paso a un nuevo comienzo. Un niño muy pequeño dejó de respirar, pero su corazón no se apagó del todo: fue entregado, con amor, a otro chico que dormía en la misma pieza. Ese acto generoso cambió el curso de dos existencias.
En el Hospital Italiano de Buenos Aires, dos pequeños compartían más que una habitación: compartían el tiempo, los cuidados, los silencios, las batallas invisibles. Uno, de apenas dos años, había superado un trasplante de hígado. El otro, más pequeño aún, esperaba por un milagro: su corazón no resistía más.
El primero contrajo un virus respiratorio que empeoró súbitamente. Cuando la medicina agotó todas las opciones, su familia tomó una decisión que cambió dos destinos: donar el corazón de su hijo. Fue una elección desgarradora, pero que trajo esperanza en medio del dolor.
El receptor, Felipe, había pasado meses aferrado a la vida gracias a dispositivos mecánicos. Su historia había llegado a miles a través de una campaña en redes. El anuncio del corazón compatible movilizó a decenas de profesionales para llevar a cabo un procedimiento inédito en el país: un trasplante pediátrico tras paro cardiorrespiratorio, algo jamás hecho en Argentina.
La operación fue un éxito. El órgano donado empezó a latir en un nuevo cuerpo, sellando un vínculo eterno entre dos familias unidas por un gesto tan humano como heroico.
El caso también marcó un hito médico. Hasta entonces, los trasplantes de este tipo solo se realizaban si el donante presentaba muerte encefálica.
Ahora, gracias a un cambio reciente en la normativa sanitaria, se abrió la posibilidad de donar tras una muerte por cese circulatorio controlado, incluso en niños.
Pero más allá de la innovación médica, lo que perdura es la humanidad del acto. En palabras de una de las madres, “es una lección sin palabras”. Y así, entre tubos, monitores y lágrimas, un corazón cruzó la habitación y volvió a latir, llevando consigo una historia de amor incondicional.