de accidentes a soluciones.
10 errores científicos que se convirtieron en hallazgos revolucionarios.
Estos avances, muchos ocurridos por pura casualidad, demuestran que el progreso no siempre sigue un plan perfecto, sino que a veces depende de la capacidad de ver oportunidades en los tropiezos.
La ciencia está repleta de descubrimientos inesperados que surgieron de errores o descuidos, desde la penicilina hasta los rayos X.
Uno de los casos más famosos es la penicilina, descubierta en 1928 por Alexander Fleming cuando un moho accidentalmente contaminó una placa de bacterias y las eliminó, dando origen al primer antibiótico. Otro avance fortuito fue el microondas, ideado por Percy Spencer en 1945 tras notar que las microondas de un radar derritieron chocolate en su bolsillo, revolucionando la cocina moderna.
El teflón nació en 1938 cuando Roy Plunkett encontró un gas refrigerante transformado en un material resbaladizo, hoy clave en sartenes y tecnología espacial, mientras que la sacarina, el primer edulcorante artificial, apareció en 1879 porque Constantin Fahlberg olvidó lavarse las manos tras trabajar con químicos y notó un sabor dulce al comer.
El vidrio de seguridad llegó en 1903 gracias a Édouard Bénédictus, quien vio que un frasco recubierto con nitrato de celulosa no se rompía al caer, sentando las bases para los parabrisas actuales.
Otros errores brillantes incluyen la radiación de fondo, detectada en 1964 por Arno Penzias y Robert Wilson como un ruido molesto que resultó ser eco del Big Bang, y el velcro, inspirado en 1941 por George de Mestral al estudiar cómo las semillas de bardana se adherían a su ropa.
El marcapasos surgió en los años 50 cuando Wilson Greatbatch usó una resistencia equivocada y creó pulsos eléctricos rítmicos, mientras que el LSD emergió en 1943 tras un contacto accidental de Albert Hofmann con la sustancia psicodélica. Finalmente, los rayos X fueron descubiertos en 1895 por Wilhelm Röntgen al notar un brillo extraño en una pantalla, abriendo un nuevo mundo a la medicina.