CIENCIA
Innovación japonesa: Un plástico que se disuelve en el mar en horas.
Científicos japoneses han desarrollado un plástico no tóxico que se descompone en agua de mar en apenas 2 a 3 horas, presentando una solución innovadora para combatir la contaminación oceánica.
Investigadores del Centro RIKEN para la Ciencia de la Materia Emergente y la Universidad de Tokio han creado un plástico revolucionario que se disuelve en agua de mar en tan solo 2 o 3 horas, dependiendo de su tamaño y grosor.
Este material se descompone en compuestos que sirven como alimento para bacterias marinas, ofreciendo una alternativa prometedora para reducir los residuos plásticos que amenazan los océanos.
El plástico está compuesto por dos monómeros iónicos que forman un enlace salino, lo que lo hace resistente y flexible como los plásticos derivados del petróleo, pero extremadamente vulnerable a la sal del agua marina.
Además, gracias a la presencia de sodio en la mayoría de los suelos, este material se degrada en cuestión de semanas si se entierra, sin dejar residuos perjudiciales.
A diferencia de los plásticos convencionales, este nuevo material es no tóxico, no inflamable y no emite dióxido de carbono. No libera microplásticos ni sustancias químicas dañinas, lo que lo hace ideal para envases como botellas de agua, recipientes de comida para llevar y otros embalajes.
La industria del embalaje ha mostrado un gran interés, aunque los investigadores aún no tienen planes concretos para su comercialización.
La contaminación por plásticos es un problema global crítico. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se espera que los residuos plásticos en los océanos se tripliquen en los próximos 15 años.
Los microplásticos, en particular, afectan la vida marina y la salud humana al ser ingeridos por animales y acumularse en la cadena alimentaria.
Takuzo Aida, líder del equipo de investigación, destacó la importancia de este avance: “En Japón, casi todos los embalajes son de plástico. Si logramos reducir su impacto, disminuirá el daño ambiental”.
Aida subrayó la responsabilidad de los científicos de garantizar un entorno habitable para las futuras generaciones, afirmando: “Los niños no pueden elegir el planeta en el que vivirán; es nuestro deber dejarles el mejor posible”.