SAN CARLOS

Molino Lavagna: del esplendor industrial a refugio de la marginalidad en San Carlos

De orgullo carolino a refugio de delincuentes: la caída del Molino Lavagna. Aunque fue declarado Monumento Histórico Nacional, el Molino Lavagna hoy está en ruinas. Lo que fue un emblema del progreso regional, se ha transformado en un sitio de inseguridad y degradación social. Vecinos reclaman respuestas urgentes según señalan los propios vecinos del lugar.

El Molino Lavagna, ícono del desarrollo agroindustrial de San Carlos desde fines del siglo XIX, atraviesa hoy su capítulo más oscuro. A pesar de haber sido declarado Monumento Histórico Nacional en 2005 y formar parte de la identidad local, el sitio se encuentra abandonado, sin custodia, sin mantenimiento y fuera de toda estrategia pública de recuperación o conservación.

Lo que alguna vez fue una usina de progreso, donde el trigo de la región se transformaba en harina para alimentar a miles, se ha convertido en un punto crítico de inseguridad. Las ruinas del molino están siendo utilizadas como guarida por delincuentes, depósito de objetos robados, y punto de encuentro para actividades delictivas que se intensifican con la caída del sol.

Vecinos de la zona, así como usuarios del parque del arroyo Maldonado, han denunciado en reiteradas ocasiones la presencia de motos, bicicletas y autopartes escondidas entre los escombros. Además, se registran situaciones constantes de consumo problemático de drogas, incendios menores, y amenazas a quienes transitan la zona.

A esto se suma la cruda realidad de que el molino también se ha transformado en refugio nocturno para personas en situación de calle. Sin acceso a servicios básicos ni condiciones mínimas de higiene, varias personas pernoctan en el lugar, lo que expone no solo su vulnerabilidad, sino también los riesgos estructurales de un edificio al borde del colapso.

El molino tuvo la presentación del libro “Molino Lavagna: 130 años de historia” y la exhibición de un documental realizado por estudiantes, no ha vuelto a impulsar acciones de fondo para preservar el sitio. Tampoco existe un vallado perimetral ni cartelería que advierta sobre el peligro de derrumbe.

La situación no solo pone en jaque el patrimonio histórico de San Carlos, sino que se ha convertido en un serio problema de seguridad pública y salud. El Molino Lavagna, lejos de ser un centro cultural o turístico como podría haber sido, hoy es testigo del abandono en todo aspecto. 

Mientras tanto, el paso del tiempo sigue cobrando su precio. Lo que fue un motor de desarrollo para la ciudad corre ahora el riesgo de desaparecer entre escombros, indiferencia y miedo.